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Creo firmemente
que si tuviera que elegir cómo plasmar mi vida, no sería una canción, una escultura, ni un libro; sería una película.
Sí, esa idea me gusta, sería breve pero emocionante, no habría un segundo sin acción. Habría imágenes que no se pueden describir con palabras, y palabras capaces de congerlar un alma o abrir un corazón. Habría amores de película, de esos que pueden superar cualquier cosa y que se aferran con fuerza sobrehumana pero solo duran unas horas.
Habría bailes, como esas coreografías de los musicales que todos los personajes conocen a pesar de que, aparentemente las improvisan de súbito. También habría miles de efectos especiales. Habría promesas en mitad de la noche flotando sobre un lugar cualquiera y al mismo tiempo especial. Habría giros sorprendentes. Habría brujas peores que la madrastra dispuesta a matar a la tierna Blancanieves, y personas más crueles que Jack el Destripador.
Habría pequeños filósofos y superhéroes con super poderes y todo. También príncipes y princesas disfrazados de chicos normales y corrientes, algunos valientes dispuestos a enfrentarse a todas las injusticias, otros soñadores con ganas de comerse el mundo, algunos tan nobles que aunque no digan ni una sola palabra de consuelo, siempre están ahí para levantarte del suelo y darte un abrazo.
Habría ángeles maltratados caminando por la tierra dispuestos a seguir luchando que solo unos pocos tendrían la suerte de conocer de verdad. Habría demonios arrastrados por miles de tentaciones idiotas, incluso alguno por amor. Sería una película con millones de lágrimas, millones de sonrisas y millones de mentiras. Sin embargo, apenas tendría te quieros, pero todos serían sinceros. Y los deseos... serían de esos que pides al soplar las velas de la tarta, que no se dicen pero se cumplen... algunos al menos.
Sería una película bastante infantil, aunque tendría sus escenas de pornografía no aptas para menores de diecisiete años. Hablaría de la juventud, de perseguir un sueño, del "carpe diem", de la felicidad, del amor, del dolor, del miedo, de los cambios, de la gente que entra y sale de una vida. Sería de aventuras. Sería apasionante, dulce, imprevisible, graciosa, llena de tonterías, triste, a veces desagradable, y te prometo que habría como mínimo un instante, que jamás querrías olvidar.
Sería un reto, una fiesta espectacular que todos recordarían al escuchar música hardcore, ver Bob Esponja, comer helado de galleta y limón, o contemplar el cielo infinito hablando de poesía.
El título... el título sería algo así como "Toda la suerte que he tenido"
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