Buscar este blog

Ya no tenía fuerzas para enfrentarse al mundo.


Y justo antes de que la primera lágrima tocara el suelo, un segundo antes de rendirse, una voz, como si Dios se hubiera levantado, preguntó:
"¿Cómo podrías creer que no eres fuerte? Estás aquí."


Sí, estar ahogándose al borde del precipicio, y no tirarse a pesar de todo...

1 comentario :

  1. Anónimo29.6.11

    Gracias, lo acabo de leer y me ha ayudado mucho.

    ResponderEliminar

¿Qué opinas?