Buscar este blog
Ya no tenía fuerzas para enfrentarse al mundo.
Y justo antes de que la primera lágrima tocara el suelo, un segundo antes de rendirse, una voz, como si Dios se hubiera levantado, preguntó:
"¿Cómo podrías creer que no eres fuerte? Estás aquí."
Sí, estar ahogándose al borde del precipicio, y no tirarse a pesar de todo...
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)

Gracias, lo acabo de leer y me ha ayudado mucho.
ResponderEliminar