Primer paso, dices "necesitamos hablar". Él camina, tú dices "siéntate, solo es una conversación". Te sonríe amablemente, tú lo atraviesas con la mirada. Hay una especie de ventana a tu derecha, él va a la izquierda y tú permaneces en la derecha, entre las líneas del miedo y la culpa. Y empiezas a preguntarte por qué has venido.
Hazle saber que tú lo conoces mejor que nadie, porque después de todo, lo conoces mejor que nadie. Intenta traspasar sus defensas, sin ninguna compasión. Haz una lista de lo que está mal, las cosas que ya le has dicho, y reza a Dios para que te escuche.
Cuando él empiece a levantar la voz tú la reducirás y le darás una última opción: conduce hasta que pierdas el camino, o sepárate de aquellos a los que has seguido. Él hará una de dos cosas, él admitirá todo, o dirá que ya no es el mismo. Y empezarás a preguntarte por qué has venido.
[Escucha. Quédate quieto. El dolor, el odio, el miedo... papá, mamá... déjalos ir. No temas a la muerte. Ríe. Habla con alguien. Toca. Respira. Llora. Acéptalo. Perdona. Libérate. Ten fe. Entrega, renuncia. Suelta el miedo. Ama. Ábrete. Recuerda. Despídete.]
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