Dicen que la vida es dura, que el mundo es cruel, y posiblemente piensas que llevan razón. Pero estás aquí, respirando segundo a segundo, luchando por cada minuto de existencia. Lo fácil es tensar la cuerda y desaparecer, convertirte en polvo y averiguar qué hay en ese lugar entre la luz y ningún sitio. Lo desconocido suele resultar aterrador, especialmente si no hay vuelta atrás, por eso tendemos una mano a la esperanza, vivimos como autómatas el mismo día una y otra vez todos los días del año, descansamos en Navidad y vacaciones cansándonos el doble, soñamos con el día que empiece nuestra vida, que todo cambie, que como en los dibujos animados, se ilumine una bombilla, aparezca algo asombroso, imposible, que nos llene de valor y nos lleve lejos que allí.
Deja eso para los libros. ¡Tu vida es hoy! Ya ha empezado y merece la pena vivirla, nadie más lo hará por ti, el tiempo se termina y eres tú quien decide si seguir esperando mientras ves como pasa, o te pones en marcha hacia lo que quieres, pisar fuerte para dejar huella. Y es que hay miles de motivos por los que sonreír, miles de oportunidades para atrapar, solo tienes que salir a buscarlas.
Haz de cualquier placer un mundo, y de todos los problemas un grano de arena. Llora cuando todos te vean. Ríe cuando cometas un error y olvida los fallos de los demás. Ama como si no fuera a dolerte nunca. Lucha para ganar. Sueña como si jamás fueras a despertar. Vive como si fueras a morir mañana. Trata a los ancianos como tratarías a tus amigos. Juega con los niños, comparte con todo el mundo y aprende de los demás. Actúa como si no existieran fronteras ni límites ni murallas. Sonríe como si Dios existiera. Vive como si nada te diera miedo.
Deja que el resto te resbale.
Puedes hallar un paraíso en el mundo terrenal.
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