Es el arma que utiliza el hombre contra los enemigos que más temor inspiran, esos a los que, como tormenta, no puede controlar. Cree que el arma de intimidación le eleva a la misma altura, pues espera que cause el mismo miedo en sus enemigos, que ellos ya causan de forma natural.
«No lo olvides, los hombres más peligrosos apenas usan la espada por muchas amenazas que recaigan sobre ellos. El hombre al que debes temer no es intrépido ni notable, tal vez ni siquiera sea guerrero. Es discreto, solitario y silencioso. Sabe mucho y guarda bien cada secreto. Actúa con calculadora astucia antes de que nadie piense en él. No es un traidor, pues la voluntad de los traidores tiene precio sino que tiene su propio criterio, invariable, indestructible.
El temor es el arma más dañina del mundo y un hombre que sigue sus propios principios sin que nada pueda quebrantarlo, es digno de temer.»
El maestro anciano se quedó en silencio mientras la lección iba calando en la niña. La lucha, la muerte... los reyes, la lealtad... todo iba cobrando sentido conforme aprendía del maestro. Las personas no entregaban sus vidas por el castigo que suponía no hacerlo, las personas entregaban sus vidas porque dejaban de tener sentido cuando no las arriesgaban por todo en lo que creían. Los enemigos y traidores, lo hacían por todo lo que deseaban conseguir. El honor contra el poder.
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