––¡Maestro! ––corrió a sus aposentos–– ¡Ya lo sé! Sé cuál es el secreto de la felicidad.
––Te escucho ––respondió el anciano con una sonrisa.
––Los mejores momentos de nuestra vida no lo son por lo que estábamos haciendo en ellos, sino por quien estaba con nosotros, ¿no?
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