Buscar este blog
Seamos sinceros
la mayoría de la gente no arriesga, por mucho que repita que quien no arriesga no gana. Y por muy mal que vayan las cosas, por muy poco que le guste su trabajo, su ciudad o su vida, cada día es menos probable que tanto tú, como cualquier otro, deje su trabajo, se vaya al aeropuerto y saque un billete para el primer avión que salga sin importar el destino. No, eso no va a suceder. Tampoco vas a levantarte de tu silla, gritar delante de todo el mundo lo que piensas de ese profesor que te suspendió sin motivo; o de ese jefe que ni siquiera te dio vacaciones en Navidad mientras él se pasaba todas las semanas tumbado en una playa del Caribe bebiendo un mojito.
La dignidad es muy cara hoy en día. Simplemente hay demasiado que perder, como para arriesgar. Así que si quieres arriesgarte, trata de perder primero todo aquello que parece importante.
Las cosas que se compran son a menudo las cosas que más se protegen, que más necesarias parecen, y que más felices nos hacen. Lo material es como el alcohol, al principio te hace sentir bien: te ayuda a estar contento cuando estás triste, te hace sentir más seguro de ti mismo, hace que te sientas mejor... pero a la larga no solo necesitas más, sino que te das cuenta, que a pesar de la borrachera, tu vida no es mejor, más bien todo lo contrario, y acabas arrepintiéndote.
Posiblemente solo liberándote de ellas te atreverás a seguir el camino que siempre deseaste recorrer, y encontrarás la verdadera felicidad. Porque eso es lo único que necesita de verdad todo el mundo: ser feliz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)

No hay comentarios :
¿Qué opinas?