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Es verdad, quien dirige la ópera, quien decide y manda, quien ocupa el puesto más alto en el escenario, ése tiene que dar la espalda a los demás.

La vida no es diferente: quien ordena está en la otra cara de la moneda, dando la espalda a la masa, nadando a contracorriente, en el sentido contrario a los demás para poder mantener su lugar a flote.

Quien ocupe ese puesto tiene que ser consciente, darse cuenta de que no solo va a ganar: tener lo que quiera, poder hacer lo que le plazca. Sino que este contrato tiene un precio: puede perder y seguramente perderá todas las cosas sinceras, que lo hicieron noble. Será cobarde, presumido, autoritario, y aún así tendrá amor y amistad, porque el poder puede comprarlo todo. Pero deberá recordar esto, es importante: las cosas inmateriales, auténticas, verdaderas, las más fuertes: con esas el poder también puede, y no lo dude, las destruirá.


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