En algún lugar donde nunca he estado, donde termina toda mi experiencia, yo soy una ninfa de ciudad hecha con un rayo de sol de la mañana, ligera y alegre, como una brisa de verano, pura en inocencia, premio en humildad, que camina con la cabeza gacha y una sonrisa en los labios. Y por la noche, me transformo, no como un disfraz o una máscara, sino en otro yo, alguien que despierta con el roce de la luna, una gata negra misteriosa, que huele a ron y conoce los callejones más oscuros. Con un as de corazones en la manga, tan cerca de tus labios cuando te acaricio el rostro. En algún lugar más allá de mi experiencia, eres un enamorado que sueña con tumbarse en una nube, con sentirme de nuevo entre tus brazos, en la cama, bailando un vals, en la barra de algún antro de jazz, hacerme el amor en la ducha, en la cocina, en el sofá. Ir conmigo de la mano a cualquier parte que no hayamos pisado y decirnos te quiero. En ese lugar, lejos de nuestras vidas, no es que nuestro destino sea estar juntos, es que estar juntos es algo intrínseco en nuestro destino, nos lleve a donde nos lleve, más bien es que tenemos un destino juntos.
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