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Art

-Imagina una ciudad donde no hubiera ni policías ni críticos de arte ni galerías ni museos... Unas calles donde cada cual pudiera exponer lo que quisiera, pintar lo que quisiera y donde quisiera. Una ciudad de colores, de impactos, de frases, de pensamientos que harían pensar, mensajes reales de vida. Una suerte de fiesta urbana donde todos estuviéramos invitados y nadie quedase exluido jamás... ¿Puedes imaginarlo?
- No.
La sonrisa ancha y franca volvió a iluminarle la cara.
-A eso me refiero. Esta sociedad te deja pocas opciones para escoger las armas. Así que yo cojo los botes de pintura... Como te dije antes, el grafiti es la guerrilla del arte.
-Es un enfoque demasiado radical – protesté-. El arte aún tiene que ver con la belleza. Y con las ideas.
-Ya no... ahora el único arte posible, honrado, es el ajuste de cuentas. Las calles son el lienzo. Decir que sin grafiti estarían limpias es mentira. Las ciudades están envenenadas. Mancha el humo de los coches y mancha la contaminación, todo está lleno de carteles con gente incitándote a comprar cosas o votar por alguien, las puertas de las tiendas están llenas de pegatinas de tarjetas de crédito, hay vallas publicitarias, anuncios de películas, cámaras que violan nuestra intimidad... ¿por qué nadie llama vándalos a los partidos políticos que llenan las paredes con su basura en vísperas de elecciones?


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