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Sincericidio

Sé que soy difícil, evasiva, reacia a la felicidad, como si persiguiera imposibles para huir de ella. No me siento cómoda con la amabilidad y la alegría, soy escéptica, como si ocultaran algo. Por el contrario, amo el tacto duro y frío de los corazones directos. Amo ese pinchazo abrupto de la verdad dolorosa. Tengo que decírtelo todo, y dejar correr ese ardor de los nudos de garganta que se deshacen en mitad de los silencios incómodos. No voy a regalarte halagos ni justificaciones para curar tu corazón. No diré nada que no merezcas. No voy a ser la persona que eleve la parte positiva de la desgracia. Voy a colmarte de pensamientos y opiniones, buenos y malos. Te haré caer de tu nube con una ráfaga de verdades, y tan solo te consolaré con las mismas. Y no voy a gustarte la mayoría de las veces. Pero tú tampoco a mí, porque no soportaré la hipocresía del optimismo y la simpatía. No trataré de agradarte y desconfiaré de aquellos que secuestren su opinión y su actitud solo para perseguir nuevas amistades. No guardo tapujos ni rodeos entre mis herramientas. Yo no soy decoradora, inventora ni actriz. Seré directa, como una bala, te llamaré idiota si lo mereces y también agacharé la cabeza para reconocer el error de no tener más tacto cuando la ocasión lo requiere, pero en silencio vas a agradecer mi único don: la sinceridad.

Yo no soy quien te dirá lo que quieres oír. Yo voy a ser la amiga que te diga lo que necesitas escuchar.



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