![]() |
Anuncio de Calvin Klein, polémico por tacharse como "incorrecto" |
Pero no lo tienes aún...
Voy a contarte un secreto. Conseguir lo que quieres es fácil. Sea lo que sea, lo es.
El problema está en que nadie, por extraño que parezca, suele hacer absolutamente todo lo posible por lograr sus sueños. Antes había idealistas que lo intentaban. Murieron cuando nos convertimos en una sociedad capitalista, con miedo a la crisis económica. Materialistas tratando de sobrevivir que inculcaban sobre sus hijos el mismo espíritu.
El mundo ahora no es más que una empresa.
Consiste en estudiar para conseguir un buen trabajo. Después trabajar hasta que seas viejo y dejes de ser útil en tu puesto y por último, morir.
Los grandes sueños se quedan en el cajón del sastre. Y para no deprimirnos al ver nuestro fracaso, nos engañamos: si tuviera tiempo podría conseguirlo, si tuviera más dinero lo hubiera logrado...
Pero casi todas esas cosas son barreras que nos ponemos y que, en el fondo, no necesitamos. Todo lo que necesitamos, lo tenemos en nosotros, solo que lo malgastamos.
La sociedad tiene una meta diferente que el individuo. El individuo solo quiere ser feliz. La sociedad quiere progreso. Para eso son necesarios educadores que enseñen a la sociedad del futuro que deben estudiar una carrera, empresarios que levanten el país, abogados que lo defiendan, médicos que lo curen, científicos que lo desarrollen y políticos y publicistas que lo convenzan de que el capitalismo y el consumismo es el mejor camino a seguir. El resto sobra.
Así pues, la sociedad también nos engaña día a día. Nos dice que si tuviéramos esto o aquello, seríamos felices.
La felicidad y la realización se encuentran en nuestros sueños y deseos, en todos aquellos naturales, que no están influidos por el canon establecido y que, por ese motivo, son los más difíciles de cumplir.
Cuando deseas comprarte un coche deportivo, un loft, un viaje a Las Vegas o un vestido nuevo, simplemente ahorras y lo haces. Después, tus amigos y familiares te dicen cosas como "¡A mí también me encantaría tener eso!" "Qué suerte tienes" o "No me extraña que te lo hayas comprado". Porque la sociedad ha decidido que desear algo así es lo corriente, lo que todo el mundo debe querer, lo que corresponde y colabora con los ideales capitalistas.
Pero cuando tu sueño se aleja de esos principios, la sociedad también actúa para separarte de tus sueños, y te puede la presión social.
Se alimenta de la gente insegura y de los prejuicios que crea. Y todos estamos sometidos a ella aunque no lo creamos, ¿por qué hacer lo políticamente correcto? ¿Por qué seguir la moda? ¿Por qué las discográficas ganan tanto dinero? ¿Por qué nadie actúa como verdaderamente es? La presión social nos obliga a escondernos, a tener secretos que, de contarlos, harían escandalizar o nos convertirían en el hazmerreír, y a pesar de todo, esos "secretos" suelen ser comportamientos que todos realizamos habitualmente. Hace que escondamos cómo somos realmente para aparentar ser lo que "está bien" o lo que "se debe ser" sin tener en cuenta que cada persona es diferente, con sus ideas y opiniones, y todas igual de respetables. La presión social es lo que hizo avergonzar al rey del cuento que se puso un traje invisible.
Lo triste es que nosotros no podemos vencer a la presión social. El mundo siempre contará con ese grupo que defiende la presión social, y que está apoyado por políticos y demás personajes poderosos, que caerían de no existir dicha presión.
"La carrera de Bellas Artes no tiene salidas", "Es muy difícil llegar a ser escritor", "Si te metes a dibujante, terminarás siendo un vagabundo", "Aprender patinaje artístico no te va a servir para nada".
Así nos alejan de lo que la sociedad considera que está mal para convertirnos en "gente de provecho".
Dejamos de luchar por lo que queremos, no solo porque nos prometen una vida mejor si cambiamos el rumbo, también porque tememos el qué dirán. Tememos que nuestro enfrentamiento no esté justificado al final. Tememos las consecuencias de esa lucha, ya que la sociedad no la apoya. Tememos lo que pensarán los demás. Tememos intentarlo, enfrentarnos, y que al final fracasar. Tememos que en alguna fase de nuestro plan nos desbordemos. Y en algún momento lúcido en el que nos olvidamos de lo que quieren los demás y pensamos en nosotros, nos preguntamos si nos atreveríamos de verdad a hacer cualquier cosa por un sueño. Pero sobre todo, tememos conseguirlo al final, que no haya valido la pena; tememos descubrir que no somos más felices por ser más valientes. Que tal vez, nos hemos vuelto a equivocar de camino.
Al final, decidimos, enfrentarse a los padres, a los amigos, a sus opiniones, a su decepción..., no es fácil. Mejor callar y sentir que haces lo correcto: permanecer en un lugar seguro, seguir una ruta garantizada y tener apoyo. Eso sí, lo correcto, no es lo que te hará feliz. Nunca.
No dejes que el miedo te haga renunciar a tus sueños...
No hay comentarios :
¿Qué opinas?