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––Niña, los hombres son engañosos.
Hasta el que parezca más benevolente puede ser un enemigo, pues no es cuestión la forma en que se comporta contigo, sino la forma en que se comporta con el mundo en general. Júzgalo como si vinieras del Edén, y pregúntate si se comporta con todos los hombres como si fueran hermanos. Mira si se protege de los enemigos, o por el contrario, ataca. Averigua si sus propósitos están guiados por la justicia o por el poder. Y si se porta mal con los hombres, si los ataca, si emprende camino a la guerra del lado de los enemigos que los son por traición... no importa cómo se comporte contigo: seguirá siendo un enemigo. Hemos terminado.
Al Maestro le gustaba que la pequeña reflexionara sobre todas sus conversaciones, por eso solían ser breves. Unas horas más tarde, si lo consideraba oportuno ––y esto era, si ella estaba preparada para otra lección y si surgía una ocasión categórica para sus enseñanzas–– el Maestro le hablaría de muchas más cosas relacionadas con el bien, el mal, los enemigos... consideraba especialmente importante este último tema. Uno nunca sabe quién puede ser su enemigo, y es peligroso menospreciar lo que incluso el más nimio pueda hacer. Mucho y poco son términos relativos, y nadie sabe cuánto son... Y muchas veces, el más irrisorio menoscabo se paga muy caro.
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