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––¡NO!


Ella volvió a detenerlo una vez más cuando él se disponía a asaltar el palacio de su majestad ya fallecida. Realmente, aunque fuera un sicario sin nombre para la mayoría, tenía legítimo derecho a estar allí y a ocupar su lugar. Pero todos saben que la justicia solo funciona para aquellos que la manejan, y él, el hombre que había asesinado al rey, el cabecilla de los rebeldes, y el hijo bastardo al que el difunto había vendido hacía años, era un don nadie para la Corte, pues había sido un secreto.
La chica se apartó un mechón castaño de la cara alejando aquel recuerdo de la guerra. Solo eran unos niños, pero eso a los hombres del rey, por muy caballeros que fuesen, no les importaba. Él yacía malherido con la espada en la mano. Hacía tanto tiempo de aquello: el olor a sangre y a piedra ahumada, el pelo revuelto y mojado de sudor, la ropa caliente, unos ojos oliváceos apagándose. Unos ojos que ya había visto antes. Unos ojos... Se cubrió la cara con las manos y se frotó para despejarse. Él la estaba mirando.
––¡No seas tonto! ¿Quieres que te cacen? ––gritó ella volviendo al presente.
––No te preocupes, yo también estoy asustado pero no van a cogerme.
––¿Apostamos? ¡Eres uno contra... vete a saber tú cuántos! Si te da miedo no lo hagas, por favor... no necesitas demostrar valentía.
––Valiente no es enfrentarte a las situaciones sin tener miedo, eso es ser temerario cuando la situación es amenazante, cosa que es de tontos no sentir, y además, ese enfrentamiento no tendría mérito... valiente es enfrentarte a una situación amenazante a pesar del miedo que te de. Y otra cosa, no lo hago por mí, lo hago por todos. Lo hago incluso por ti ––el chico frunció el ceño sin entender a que venía tanto egoísmo por parte de una persona que había arriesgado personalmente su vida por el grupo. ¿Acaso ella no deseaba la libertad que solo la victoria les otorgaría? No había otro modo. ¿Cuál era su infernal objetivo si no quería permitir que culminaran su guerra en aquel momento?
El muchacho agitó la cabeza, se giró y comenzó a caminar a paso rápido hacia su destino sin volverse a mirarla ni esperar una respuesta.
––Pues yo no soy valiente ––susurró la joven emitiendo un sollozo mientras lo veía cada vez más distante. Rezó en silencio por volverlo a ver... vivo, o moriría ella también.  

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