La vio llorando como tantas otras veces. Un invierno era un amor no correspondido, y pasaba meses enferma. Otro otoño era una traición con ruptura y se quedó semanas en la cama. Aquel verano apareció él dispuesto a arreglar los rasgados hilos deshilvanados de su interior. Así que preguntó.
Ella lo miró. Se frotó los ojos. Se apartó el cabello. Tras unos segundos decidió complacer su demanda.
Él sintió palpitar su corazón, pero necesitaba más. Necesitaba otra pieza para asegurarse. Así que preguntó.
Y en la página solo quedaron unos puntos suspensivos. Sueños flotando en el aire que sin otro fragmento para unir, nunca conseguirían volar.
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