De ti aprendí que puede haber amor en los insultos y que las
apariencias engañan. Que hay volcanes dentro de las personas que sonríen
tranquilamente sentadas frente a su ordenador, y que hay locas que cuando se
ríen suenan a olas en calma. Hay amigas como ella que predicen el futuro antes
de que tú puedas contar tus pasos, porque están conectadas a ti. No las sientes
en el césped a tu lado pasando el rato, sino removiéndote el corazón,
convirtiendo lágrimas en risas. Son esas personas de las que entiendes páginas
enteras en una mirada. Tenemos todo un mundo en común solo para nosotras. Es
una guerrera que pelea mis batallas cuando estoy herida, siempre me cubre en la
retaguardia y me despoja el dolor. Me hace levantar la cabeza, rehabilita mis
músculos y me sujeta al caminar cuando tropiezo. Es una incondicional que me
apoya sea lo que sea. Y nunca se va, por muy lejos que esté, permanece sin
importar dónde y cuándo volvamos a encontrarnos. Y todo vuelve a ser como
siempre. Es una artista trasformando cualquier tontería en momentos
inolvidables. Es una atleta que corre conmigo, me empuja, tira de mí y me hace
volar como si todo fuera posible. Recicla las piezas que se me rompen por
dentro con los daños y me regala las suyas nuevas, con cada estrago, sin importar
cuántas veces, sin perder la paciencia. Es una revolucionaria que devasta
prejuicios donde pisa, alborota corazones y endereza almas torcidas. Tú
desnudas por mí el pasado y cada día me haces alguien mejor. De ti aprendí que
tengo una vida extra, una maestra de la vida a quien enseñar mis lecciones, de
quien aprender de los golpes, con quien disfrutar cada minuto, espero que
durante todos nuestros días. Porque si nos equivocamos, nos equivocamos juntas,
eres tú con quien me ensucio en el barro y me pierdo en laberintos escondidos.
Pero juntas somos fuego que no puede apagar ninguna tormenta. Por mí, puedes
ser un abrazo, luz, valentía o un simple consejo. Eres lo que necesito en cada
tobogán, en cada curva, en cada desliz, en cada fiesta y en cada noche. Eres la
pieza que siempre encaja conmigo sin importar de qué dibujemos el puzle ni con
qué rompecabezas nos volvamos locas. Tú que conoces mi historia, y con todo
formas parte de ella desde que te conocí, sin apartarme en ningún capítulo por
muy absurda que fuera, simplemente eres la persona correcta y por eso sé que siempre
voy a necesitarte cerca. Sin importar los años, sé que necesitaré compartirlos
todos contigo. Maduraremos juntas, tejeremos juntas nuestras propias vías con
los mismos hilos, donde nadie más ha pisado y tomaremos trenes y nos perderemos
y lloraremos juntas y seremos cómplices de los mismos crímenes. Y quién sabe
dónde acabarán nuestras vidas, tal vez a miles de kilómetros, pero incluso
entonces, en la distancia y en el tiempo, yo estaré ahí para ti en cada
llamada, en cada cumpleaños y en cada estación. Y no importa lo que pase porque
te prometo que nunca nos dejaremos solas.
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