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Alas para la felicidad


La oruga es capaz de aprender a volar, cuando vive arrastrándose.

Aprendemos una lección importante de la oruga que se transforma en mariposa. Primero es un bicho verde aqueroso.  Luego se mete en una crisálida oscura y pequeñaja donde tiene que quedarse algún tiempo, y no la importa... no la importa.
Y por fin, después de ser fea, de ser "un bicho", de ser nada, y de sufrir en una crisálida, renace y se convierte en mariposa.
Se autorrealiza. Llega a la cumbre de su vida. ¿Cuántas personas pueden decir lo mismo?
La oruga es todo lo que debería ser una persona: fuerte para soportar humillaciones, valiente para enfrentarse a lo desconocido, tenaz para no rendirse nunca, segura para que no la importen los demás. Pero quizá su cualidad más importante sea su independencia, que lo hace todo sola. Nace sola y vive sola. No necesita a ninguna otra compañera para ser lo que llega a ser.
Repito, ¿cuántas personas pueden decir lo mismo?
Y así, después de los peligros, las humillaciones, los riesgos, las dudas, los temores y las etiquetas, por fin será lo que siempre ha querido ser, algo único e irrepetible.

Y entonces, cuando me pregunten quién soy, no seré buena o mala, no sere gótica o heavy, no seré joven o vieja, no seré normal o rara. Entonces diré que solo soy yo.

Solo soy yo. Solo yo. Nada más que yo. Yo.
Y nunca habré estado tan orgullosa de ser lo que soy.

La oruga convierte su deseo en su destino

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