Confieso que no puedo con todo. Confieso que he perdido la cuenta de las veces que me he parado. Confieso que estoy harta de la cultura de la psicología positiva y de la sociedad de la falsa meritocracia. No todos tenemos las mismas oportunidades. Ninguno es igual a otro. No todos podemos hacer lo mismo. Y está bien. Ser malo está bien. Estar triste está bien. Nadie debería hacerse mierda porque el mundo le repita constantemente que debe sonreír, echarle huevos y volver a intentarlo. Nadie debería sentirse culpable por rendirse de vez en cuando. Tienes derecho a gritar, a llorar, a tomar otros caminos, a rodear muros en vez de saltarlos y a desviarte cuando quieras. La verdad es que nadie tiene derecho a decirte cómo vivir tu vida, aunque de vez en cuando necesites venir a buscar consuelo.
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